sábado, 27 de septiembre de 2008

The Legend of Zelda: A Link to The Past

Intenso, tedioso, pero siempre magnético

Quise comenzar este nuevo blog con este juego, quizás quieran saber el porqué. Antes de que jugara la primera entrega de ‘The Legend of Zelda’ mi rango de juego era tan simple como aquel que sigue pensando que ‘Matapatos’ es el mejor juego de la historia. La simpleza de los juegos que antes había pasado me había dejado un vacío tan inmenso que ni mis ocupaciones más infantiles podían amilanar. Cuando apareció la primera entrega me quedé fascinado; si bien es cierto la historia no me fue tan complicada, el juego me hizo pensar, y eso ya era algo novedoso: “¿Pensar?, ¿para pasar un juego?, ¿razonar?, si sólo necesito trucos”, grave error. Por lo tanto la saga de Zelda significa mucho para mí, tal vez más de lo que muchos puedan imaginar, y es por eso que les presento un resumen a mi burdo y humilde estilo del juego que, dentro de la notable influencia de la saga, más me impactó en la década del 90, ojala sea de su agrado.

Antes ya había jugado las dos primeras secuelas de ‘The Legend of Zelda’, la verdad es que me parecieron juegos muy entretenidos y sustanciosos, pero ninguna entrega me había llenado tanto hasta ese momento como lo conseguiría “A Link to the Past”. Fue lanzado al mercado gringo en el año 1992, y apareció en el Perú más o menos en el 93, cuando el auge del ‘Súper Nintendo’ era un hecho ya asimilado por la mayoría de video-jugadores lorchos. Recuerdo con diáfana nitidez el momento cuando mi padre compró, pensando en que a los clientes les gustaría, el juego en versión original. El más emocionado era yo, es más, me atrevería decir que ningún cliente lo jugó. Abrí la caja y encontré diversos elementos que no había avizorado antes y que me condujeron a un mundo fantástico y distinto, al que quizás siempre quise pertenecer. Me topé con un mapa, un mapa de un reino llamado “Hyrule” y que me parecía familiar, y dada la longitud y amplitud de dicho mapa pude deducir rápido que sería un juego largo, y no me equivocaría. Una vez que empiezas a jugar cualquier entrega de The Legend of Zelda sientes automáticamente un extraño magnetismo, por alguna razón sabes que debes continuar, y bueno si aún continuando el juego no te gusta es hora de que apagues la consola y te dediques a otra cosa más productiva. A Link to The Past no fue la excepción en cuanto a ese magnetismo y me indujo, cual sirena pederasta, a las más interesantes aventuras que haya vivido con un mando en las manos.

La leyenda

Toda la composición del genial Shigeru Miyamoto (también creador de Mario Bros.) se basó en los tradicionales cuentos irlandeses (los cuales también darían vida a ‘The Lord of The Rings’) que se traspasaron de generación en generación: Cuentan los mitos en la lejana y hermosa tierra de Hyrule, que tres poderosas diosas crearon las condiciones para que la vida florezca; Din, la diosa del poder, la cual creo la forma del reino de Hyrule; Farore, la diosa de la valentía, quien creó la diversidad de criaturas y seres que existirían en el reino (entre los cuales también encontramos a Elfos, Hobbits y Orcos); y finalmente Nayru, la diosa de la sabiduría, quien participó en casi todas las creaciones anteriores, y además generó las reglas y leyes que regirían el reino. Una vez que las tres diosas terminaron sus respectivas labores dejaron en un reino alterno un mágico tesoro compuesto por tres triángulos dorados, llamado Trifuerza. Dice la leyenda que quien logre obtener este tesoro podrá ser acreedor de un nuevo mundo en el cual él sería el máximo gobernador y llenaría de paz su propio paraíso; aquel que encuentre la Trifuerza deberá demostrar tener un balance entre el poder, la sabiduría y el coraje, y es por eso que no cualquiera podría lograr dicha hazaña. Sin embargo dichas leyendas crean ambiciones desmedidas, y eso, sumado al resentimiento existente en algunas razas (el racismo también está presente en esta saga) hace que siempre aparezcan bandidos y villanos de antología; aquel que pueda defender al reino y proteger a la familia real, será siempre el protagonista de épicas historias narradas en los juegos de ‘The Legend of Zelda’.

La historia

El juego comienza en la casa de Link, el protagonista en todas las entregas (hasta ahora), en una noche lluviosa que arrulla con su sonar el largo sueño del héroe y de su tío. De pronto ambos parecen recibir el mismo mensaje, era una voz femenina que provenía de algún lugar: aquella voz decía que se trataba de la mismísima princesa Zelda, que se encontraba encerrada en un calabozo del castillo, y pedía por favor que alguien la ayudase. El tío de Link, experimentado guerrero, se levantó de su cama y emprendió su marcha hacia donde la princesa pudiese encontrarse. Link se levantó minutos después y es entonces cuando comienza la aventura. Al encontrar el pasillo que conduce al calabozo, Link halla a su tío muy malherido, y en su aparente agonía le regala a su asustado sobrino una espada y un escudo que le servirían para completar la misión. Luego de varias vicisitudes Link logra encontrar a Zelda y juntos empiezan a escapar del castillo. Sin embargo el malvado hechicero Aghanim no se quedaría con los brazos cruzados y lograría secuestrar a Zelda. La empresa de buscarla y rescatarla es intensa, y al tener éxito en ella es cuando se descubre que aquel hechicero no es más que una marioneta del poderoso Ganon, el verdadero villano de la saga. La misión de Link es utilizar la poderosa Espada Maestra para derrotar a Ganon, y salvar el reino junto a la princesa.


Para el video-jugador

Es lógico que las mejoras gráficas y audiovisuales hayan influido en la mayor compenetración del video-jugador con la historia y los objetivos del juego. Los gráficos (aunque ahora puedan parecer obsoletos) constituyeron uno de los puntos más fuertes de la entrega, junto con la música y la maniobrabilidad del personaje; la visión aérea de la pantalla tenía su razón de ser en la cantidad de ítems que podrían aparecer en un solo cuadro y que no se podrían ver si este fuera un cuadro de primera persona (como casi todos los juegos modernos). La dificultad es relativamente alta si lo comparamos con otros juegos contemporáneos o con su predecesor ‘The Adventure of Link’; es un juego largo y por momentos tedioso, pero siempre manteniendo ese magnetismo que evita que lances el mando por la ventana cuando las cosas se ponen verdes. Los acertijos y obstáculos que se presentan requieren de mucha concentración para ser superados y, como todo juego exitoso, también pone a nuestra disposición ítems escondidos que podrían ser bastante útiles a lo largo del juego.

En resumen

Un juego muy recomendable, apto para todas las edades, pero sólo para gente paciente que guste de asumir retos constantes. Disponible sólo para la consola Súper Nintendo (aunque hay una versión para Game Boy Advance); dense una vuelta por Polvos Azules un día de estos, y traten de conservar sus reliquias, quizás en un futuro sean aún más invaluables. Dedico este primer post al flaco Perrín, eterno enamorado de la dulce Zelda. No te preocupes tío, algún día encontraremos Hyrule.

Un abrazo.