En la entrega anterior había armado un artículo de opinión mayormente halagador para la saga de Assassin's Creed, específicamente hablando de Ezio Trilogy y de su precuela: Assassin's Creed I. Hoy toca deslizar algunas opiniones sobre la secuela: Assassin's Creed III y la secuela de esta: Asssassin's Creed IV - Black Flag. No obstante, esta vez no me extenderé tanto ─tómenlo como una promesa─, y es cierto que no tengo tanto que decir ahora, además. Empezaré, precisamente, expresando mi decepción con el AC III. Debe ser que «la vara estaba muy alta» o que a lo mejor me formé demasiadas expectativas con esta entrega, o será que, tal vez, pasar de Ezio Auditore a Connor Ratonhnhaké:ton Kenway fue el peor empalme de personajes que he experimentado desde que empecé a jugar videojuegos RPG. Pudo haber sido que mi alma de lector-escritor ─y con esto quiero decir enfáticamente que para mí lo orgásmico de los videojuegos son los argumentos y personajes─ me traicionó esta vez, y me hizo ver a un, quién sabe, buen personaje como Connor como quien ve a un desastroso y apático infiltrado en la historia, un extra al que le dieron el papel principal de emergencia o algo así. Y es que, no me culpen tanto, Ezio y Connor son brutalmente opuestos. Esto no hace a uno mejor que a otro, es cierto y lo entiendo, sólo me quejo del golpe en seco que me dio Ubisoft.
Connor y su maestro asesino, un viejo cascarrabias y aún más apático que él. |
Durante los minutos que controlé a Haytham me encontré con un desarrollo de la trama más auspicioso y coherente con lo visto antes. Al volver a Connor sentía esas malditas ganas de entrar a la pantalla y decirle que se ría un poco, que ironice un poco, que haga un par de muecas o que se tire a una cortesana ─ok, no te la tires, si eres tan correcto y moral cásate con una─ Que me demuestre que estaba vivo y que no era una suerte de John Rambo del credo. Fuera de esto ─a estas alturas ya es evidente que las razones de mi desaprobación del juego residen básicamente en el personaje principal─ no me pareció en términos generales un mal juego, sino simplemente inferior al resto de la saga, casi un bache. De hecho, tuvo buenos momentos ─sobre todo los de persecución─ y giros argumentales interesantes. Que el padre sea Templario y el hijo Asesino dice mucho de esto, y es algo que se disfruta. Gráficamente espléndido, esto también se disfruta, pero permítanme ser un poco frío en ese aspecto, pues los avances de la tecnología exigen gráficas así para todas las marcas y franquicias de las consolas de hoy ─en otras palabras, hasta el peor videojuego del PS3 o PS4 puede tener espectaculares efectos que no por eso cambiarán drásticamente su condición de mal juego─; y también una muy buena banda sonora, aunque no al nivel de las anteriores entregas de la saga. En AC III inicia también lo que sería la «carnecita» de su secuela, y probablemente el «caballito de batalla» de esta nueva etapa «gringo-caribeña» de la historia: las batallas navales. Una última crítica: el juego se me hizo tan corto... No recuerdo ahora mismo en cuántas horas lo terminé con más del 90% de misiones secundarias cumplidas ─el otro 10% lo dejé por falta de inspiración─ pero no creo que haya pasado de las 40 horas. En fin, ahora pasemos al AC IV-BF.
Haytham Kenway (padre de Connor) le puso al AC III un poco más de sabor. |
Debo iniciar esta parte diciendo que aún sigo jugándolo y que me encuentro, según el interfaz del propio juego, en el 30% de la historia. Veamos, fue más o menos así: no me hice muchas expectativas y esperé algo más terrenal que cuando menos limpiara un poco las manchas que dejó el AC III. En resumen, empecé a jugar el AC IV-BF con la idea de pasar un buen rato y no ser necesariamente embelesado con su historia o sus personajes. Este poco esperar ─que se podría traducir como un «jugaré este juego sabiendo que es mediocre»─ va dando buenos resultados, pues el juego generalmente me va bastante bien. Trata sobre la vida de Edward Kenway ─aún no se revela el parentesco con Haytham y Connor, favor de no hacer spoiler, gracias─ y de sus aventuras como corsario, donde se mete a líos que tienen que ver con Templarios, lo que lo pone, aunque aún no parece saberlo, del lado de los Asesinos. Mucho más que esto no puedo decir por ahora, salvo que, como dije líneas arriba, se desarrollan de modo contundente la navegación y las batallas navales, haciendo de este uno de los aspectos más logrados del videojuego. Otra cosa que me llamó la atención es la caza de animales en las selvas y océanos, escenas repletas de realismo y mucha acción. Los sistemas de mejora de habilidades y del barco me parecen correctos. El mapa se amplió muchísimo, será casi una eternidad el explorarlo completo y encontrar todos sus tesoros. Y algo aún mejor: la dificultad de los retos y misiones se ha incrementado notoriamente. Todo esto en el plano de la jugabilidad y el entretenimiento, como sabrán. Poco que decir aún sobre el segmento argumental, histórico y sobre la relación existente entre Desmond Miles y el nuevo sujeto al que se le está analizando el ADN, sujeto que, dicho sea de paso, ya no está capturado ni nada por el estilo, sino que más bien se encuentra en un cómodo, distendido y moderno centro de labores. A saber por qué, no me lo cuenten.
¿Será Edward Kenway la esperanza del Assassin's Creed? |
Edward es expresivo, algo arrogante, de mundo, y un poco galante, aunque pasa también muchos momentos de seriedad y reflexión. Si me apuran, diría que combina perfectamente a Ezio y Connor, aunque esto no necesariamente lo hará un gran personaje, eso el tiempo lo dirá. Ahora que vienen más entregas del AC, y que se habla más del modo online, del multijugador y muy poco sobre el camino que seguirá la historia, me hago la inevitable pregunta: ¿será el Assassin's Creed IV - Black Flag el último gran videojuego de la saga?
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